Por Cecilia Ananías Soto

Fue a finales de abril que los chilotes vieron con consternación como más de 5 kilómetros de playa quedaban tapizados de machas varadas, fenómeno que se repitió en gran parte de la región de Los Lagos. La mayoría de los moluscos estaban en estado de descomposición y los pocos que sobrevivieron no podían ser consumidos, ya que portaban la toxina paralizante de la marea roja.

Esta catástrofe natural, social y económica desató una enorme movilización, que hasta hoy tiene luchando a cada uno de los habitantes de la isla por soluciones dignas. En medio de este negro panorama, no se deja de buscar culpables: mientras los chilotes apuntan directamente a las salmoneras y las miles de toneladas de pescados muertos que lanzaron a las costas, el presidente del Colegio de Biólogos Marinos de Chile, Adolfo Velázquez, se lo atribuyó a fenómenos como “El Niño” y al Calentamiento Global.

Pero el biólogo marino de la Universidad de Concepción, Dr. Ciro Oyarzún, tiene una visión más amplia del tema y cree que todos estos factores pueden haberse combinado para crear lo que él llama “la tormenta perfecta”.

Un culpable silencioso

Este académico oriundo de Chiloé está consciente de que existen problemas a nivel planetario, como el Fenómeno del Niño Godzilla y el Calentamiento Global, además de fenómenos naturales como la marea roja. Pero este experto siente que no se ha discutido “qué ocurre con 30 años de materia orgánica acumulada en distintos puntos de la isla” a raíz del trabajo de las salmoneras.

Ciro Oyarzún | Facebook

“¿Nos han dicho cuántas miles de toneladas de alimento han ido a dar al mar cada año? Es cierto que una parte es tomada por los salmones. Pero hay otra parte que sencillamente cae al fondo marino, que son las fecas. Es un hecho conocido que bajo las jaulas existe un fondo casi muerto”, agrega. Este fenómeno se conoce como eutroficación y afecta fuertemente a los ecosistemas, porque baja la cantidad de oxígeno en el agua.

Por eso es enfático al señalar que “es posible que la marea roja, se esté produciendo por sí misma. Pero al encontrarse con este entorno saturado y las miles de toneladas de salmones en descomposición, los cuales cargaban una serie de sustancias que terminan siendo tóxicas, el problema se multiplica por mil y se genera lo que yo llamo una tormenta perfecta”, detalla.

¿Es normal la marea roja?

Alfredo Troncoso
El biólogo marino y oceanógrafo investigador de la Universidad de Concepción, Alfredo Troncoso, lleva años estudiando este fenómeno. De hecho, este investigador fue parte de una importante investigación llevada a cabo en Chiloé el 2003, liderada por el Dr. Marco Salamanca (UdeC), luego del “primer” evento de marea roja con toxina paralizante de los moluscos (VPM) el año 2002.

Lo dice entre comillas, porque tras colectar muestras de sedimento, encontraron evidencia de peaks anteriores de Alexandrium catenella -las microalgas que generan la toxina-, que se remontaban más de 100 años atrás. “Mucho antes de los cultivos de salmones y de choritos, había marea roja”, explica el investigador.

Las inusuales características del verano e inicio del otoño, escases de lluvias y estratificación de la columna de agua, eutroficación de las aguas agravó esta situación: “El aumento de la temperatura promedio del océano fue de 0.74°C el 2015. Entonces, si tienes mucha luz, temperaturas adecuadas y una cantidad de nutrientes disponibles, las condiciones estaban dadas para un florecimiento explosivo”.

Alexamdrium-catenella

Pero también siente que falta investigación más sistemática en la zona para poder determinar otros factores que hayan entrado en juego en esta catástrofe, como es el caso de los desechos orgánicos que dejan las salmoneras. En una de las investigaciones en las que participó, buscaron quistes (forma latente) de Alexandrium catenella en el sedimento de Chiloé, donde se descubrió algo muy peculiar.

“Lo que nos llamó la atención es que dentro de un sector de Quellón había una mayor concentración de estos quistes (…) y a esa zona llegaban buques (wellboat) que traen peces cosechados en otros lugares hacia las plantas de procesos”, detalla.

¿Puede matar la marea roja?

El Dr. Oyarzún explica que las mareas rojas a las que estamos acostumbrados, aunque afectan fuertemente la salud de las personas, son positivas para los moluscos, ya que estos “tienen su fisiología preparada para soportarlo y después de un tiempo, se liberan de la toxina, pero quedan bien alimentados, ya que reciben una gran cantidad de plancton”.

El problema es que “al parecer hay límites. En algunas especies se ha demostrado que cuando hay grandes cantidades de toxina neurotóxica, los moluscos pierden el control del pie con el que se anclan a la arena y la misma ola los termina removiendo”, explica.

“Si tenemos esos organismos con marea roja, que han acumulado mucha toxina y además tenemos encima aguas muy pobres en oxígeno, se dan todas las condiciones para que terminen muriendo y acaben depositados en las playas. ¿Y qué ocurre cuando un molusco cargado de toxinas se los come una gaviota o un lobo? Muere”, agrega.

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Él sabe que “no es fácil demostrar la relación directa, pero ya están apareciendo evidencias. En los primeros organismos muertos encontraron olores y sustancias que escapan mucho más allá de la marea roja”.

Alfredo Troncoso tiene sus dudas y cree que se pueden haber superpuesto varios fenómenos. Cuando hay 80 µg STX eq. × 100 gramos de carne significa que el marisco no puede ser consumido. “Hoy, las machas de Cucao mostraron más de 6.614. Eso es 83 veces más alto”, detalla.

Pero el año 1996, en Aysén se encontró la concentración más alta del mundo: 113.259 µg STX eq. y en esa ocasión “no hubo registro de si hubo muerte de moluscos en ese evento. Por lo que no podemos determinar si las machas murieron efectivamente por la marea roja”.

Para él hay muchas contradicciones: “quizás hubo una mezcla de fenómenos que se superpusieron, porque la misma gente dice que vio machas vivas enterrándose. No está claro: si no existe un muestreo hacia atrás, es difícil de determinar. Además que la toxina no debería afectar el impulso nervioso de los moluscos, ya que utilizan otros canales para la transmisión”, detalla Troncoso.

¿Qué debería hacer el Estado?

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El Dr. Ciro Oyarzún, quien comenzó sus estudios en la Escuela Pública de Queilen y trabajó por dos años en la Subsecretaría de Pesca, siente que “Chiloé ha sido postergado por décadas” y por eso “es obligación del aparato gubernamental de reaccionar a tiempo, llevando a los mejores especialistas de la zona. No podemos ser tan inocentes de creer que si tenemos una acumulación de materia orgánica sostenida, el ambiente no se resienta. Probablemente no es la única causa, pero lo ha potenciado”.

También siente que es importante que instalen un centro de investigación permanente en Chiloé, “el centralismo es terrible, el centro más cercano está en Puerto Montt. La investigación no es barata, pero es necesario invertir como país. Y sobre todo, ver la capacidad que tienen esos sistemas para tener cultivos. Si ya tenemos una reacción de los sistemas naturales, no hay que esperar más para tomar medidas drásticas”, concluye.