En relación al reciente despido del profesor del Departamento de Ingeniería Informática y Ciencias de la Computación (DIICC) Andreas Polyméris, expresamos nuestra creciente preocupación sobre el modo en que se toman estas determinaciones al interior de la Facultad de Ingeniería y en la Universidad en general.

Nos hemos enterado por sus alumnos y alumnas de los daños inmediatos que ha causado esta decisión arbitraria, habiendo iniciado el semestre y no respetando un acuerdo previo entre el profesor y el departamento al que estaba adscrito.

cefiLas circunstancias en que se desarrollaron estos hechos nos traen a la memoria el caso del profesor de Ingeniería Civil Industrial, don Víctor Vera, quien fue despedido el año pasado en condiciones similares. ¿Quiénes, por qué, y cómo se tomaron estas decisiones? ¿Las respuestas que se han dado frente a la inquietud del estudiantado son las auténticas razones que motivaron el despido del profesor Andreas Polymeris? La falta de transparencia, el velo de incertidumbre tras estos movimientos siembran la suspicacia en nuestro análisis.

En ese sentido, es necesario mencionar ciertas características que distinguieron al profesor Andreas Polymeris. Además de desarrollar el área de estudio que nace de la unión entre la informática y las repercusiones de esta tecnología en la sociedad (¿en qué momento dejó de ser importante para nuestra Facultad el vínculo entre ingeniería y sociedad?), el profesor se mostró abiertamente a favor de la triestamentalidad (es decir, la incidencia vinculante de los/as trabajadores/as docentes, trabajadores/as no académicos/as y estudiantes en el gobierno universitario) y se involucró en espacios de trabajo que propendían en esa dirección. ¿Podemos establecer una relación entre esta toma de posición y su despido? La falta de transparencia nos permite especular cualquier cosa.

Ante esto, no podemos permitirnos ser ingenuo/as. Entendemos los casos de ambos profesores no solo como atropellos a un trabajador académico, sino además a la democracia universitaria, puesto que sostenemos que la Universidad de Concepción tiene un rol público y no es una empresa y, por lo tanto, los criterios que primen para tomar decisiones al interior de la universidad deben ser dirigidos por lógicas democráticas y no por lógicas empresariales. Es la democracia universitaria -precondición para cualquier iniciativa de transparencia efectiva- la única forma de barrer con todas estas incertidumbres.

Pues bien, nuestro análisis nos ha llevado hasta el reconocimiento de una necesidad imperiosa, una demanda de democratización entorpecida durante años por un decreto de ley de la dictadura que prohibía la participación de funcionarios y estudiantes en las instancias de decisión universitarias, el archirrepetido DFL2, hoy por derogar.

¿Cómo nos involucramos en este proceso ya en marcha en nuestra Universidad? Como estudiantes de ingeniería conocemos muy bien nuestras falencias en este plano, nuestro atraso relativo con respecto a la discusión que se está dando en otros espacios estudiantiles de la Universidad, en los sindicatos, en las asociaciones de académicos y académicas. Sin embargo, un diagnóstico realista de nuestra situación es un buen comienzo y una base firme en donde comenzar a construir una posición ante la Democracia Triestamental.

El primer paso es aprender, nutrir y dar la discusión en cada uno de nuestros espacios de organización, involucrando en este proceso a la mayor cantidad de compañeros y compañeras, porque básicamente es en ello en que se sostiene cualquier propuesta de Democracia, en la participación de todos y todas. Esta es la forma más consecuente de rendir homenaje a un gran profesor de la Facultad, despedido sin motivos justificados.

Centro de Estudiantes de Estudiantes Facultad de Ingeniería
Ciudad universitaria, Mayo de 2015