Por Cecilia Ananías Soto.

Si últimamente has paseado por el campus de la Universidad de Concepción, probablemente la has visto: una estructura de arcos metálicos que se levanta solemne en medio del césped, entre la Laguna de Los Patos, la Facultad de Ciencias Físicas y el cerro.

Una escultura que para muchos y muchas resulta curiosa y hasta enigmática, pero que quizá tiene más relación con la universidad de la que adivinan a primera vista. Su nombre es Luzterra y fue creada por la artista y escultora pública, Claudia Soto Rojas.

¿Qué significa esta obra? ¿Por qué tantos arcos? ¿Y cómo fue la odisea de construirla en medio de un estallido social y terminarla en una pandemia? De eso conversamos con su escultora.

Claudia Soto Rojas mostrando los bosquejos de la escultura. Imagen: Documental Luzterra

Conocer el espacio y el territorio

Aunque Claudia Soto Rojas es ex alumna de la UdeC de la carrera de Artes Visuales, su relación con esta casa de estudios se remonta incluso antes de su nacimiento, ya que su padre tocaba el corno francés en la Orquesta Sinfónica desde 1967 y hasta el 2002.  De hecho, “el lugar donde está instalada la escultura, era donde realizábamos nuestro paseo dominical en familia”, explica Soto.

Ella siente que esto le dio la ventaja en el concurso para crear la gran Obra Centenario UdeC, “porque manejaba ese espacio y de una forma vivencial, como una experiencia. Viví, caminé y compartí ahí; pasé a comer algo sentada en el pasto junto a compañeros antes de irnos a una clase. Así que, corporalmente, tenía datos que me hicieron reflexionar cómo podía construir algo mejor”, relata.

Algunas de las fotos que muestran su historia con el campus. Imagen: Documental Luzterra

Para ella, una buena obra debe conocer el lugar donde va a ser instalada. “No puede ser que se cree desde la casa, con una foto y que se vaya a instalar como la cereza que se pone al final de una torta de selva negra. No se debería hacer. Y lamentablemente, en los concursos no siempre se exige la visita a terreno y hay artistas y autoridades irresponsables”, puntualiza.

Su triunfo también va de la mano de sus múltiples especializaciones en escultura y espacio público, entre residencias y academia. “Mucha gente se habrá sorprendido de que haya ganado yo, porque participaban grandes nombres. Pero mi trabajo me lo tomo siempre en serio. Solo no había tenido la oportunidad de mostrar lo que sabía hacer”, agrega.

¿Por qué metal y arcos? ¿Qué significa?

Aunque suene curioso, la especialidad de esta escultora es la piedra. Pero al ver que el concurso necesitaba algo de gran tamaño y que tuviera monumentalidad, se dio cuenta de que tendría que probar con otros materiales. “Yo quería volar con algo liviano y la piedra no lo permitía. Así que concentré toda mi energía en el metal”, explica.

A estas particularidades de diseño, se suma que uno de sus arcos está cortado. Estuvo a punto de no incluir este detalle, hasta que un amigo ingeniero le dijo: “Tú eres la creadora y lo que tú crees será problema del ingeniero cómo lo va a resolver. Así que sé libre como un pájaro”. Finalmente, ese elemento fue el que definió que ganara en el concurso. “Después, puse en aprietos a varias oficinas de ingeniería”, comenta entre risas, “hasta que llegué a Juan Marcos, que ha hecho la ingeniería de varios edificios de la UdeC y que lo resolvió en tiempo récord”.

En el proceso creativo también participó la arquitecta Karen Labbé, con quienes pasearon varias veces por el lugar, dialogando ideas. “Cuando llegamos al sector me preguntó por la altura y yo quería que, desde el punto en que estábamos paradas, la escultura se viera del mismo tamaño del Edificio de la Facultad de Física”, relata. De hecho, el arco más alto alcanza los 8 metros.

¿Y qué significa esa escultura? Se preguntan muchos y muchas cuando transitan por el sector. Adelantamos que, por un lado, Luzterra recoge varios elementos importantes de la UdeC en su estructura. Pero, por el otro, al ser una obra contemporánea, queda a libre interpretación de quien la observa.

“Yo quería que la obra fuera parte de ese gran entorno y, en ese sentido, el arco no es casual, es un elemento fundamental en la arquitectura de la universidad: el Arco de Medicina, la galería del Foro, la antesala de la Biblioteca y ese pasillo del Edificio de Química son umbrales, son arcos y por eso rescaté ese elemento en mi diseño”, relata.

A esto, se suma que la escultura dialoga con otras estructuras a su alrededor y se presenta como una contraposición al Campanil del Foro: “Para mí, el Campanil es el gran hito masculino de la universidad y Luzterra iba a ser el hito femenino. Quería que fuera maternal, en el sentido de que acoge a la gente que camina por su parque y que acoge a los y las estudiantes; y para mí, lo femenino y lo maternal se asocia con la curva”, habla, develando su proceso creativo.

Y, además, Luzterra dialoga con la escultura de Samuel Román, Homenaje al espíritu de los fundadores de la Universidad de Concepción, también ubicada en el Foro: “Esa obra fue inaugurada en 1966 y sentí que lo que yo iba a crear no podía ser menos contemporánea. Y si esa escultura eran metales que volaban en el aire, me daba un anticipo desde dónde debía crear”, agrega.

Finalmente, los arcos de la estructura marcan el eje principal del campus: “está en la cruz de esa gran línea que va del arco de Medicina a la Biblioteca y la otra línea que va desde Edmundo Larenas al paño de pasto tras la Laguna de los Patos, que es, además, un eje en desarrollo”, precisa.

Lo que sí, Claudia Soto remarca que, como toda escultura contemporánea y geométrica, es una obra abierta. A libre interpretación. “Más allá de lo que yo quise plasmar o quise dar a conocer, hay absoluta libertad para que cada uno/a interprete lo que quiera y construya su propio relato en base a su experiencia. Quiero que la analicen, la cuestionen. Y ese proceso hace que la obra se vuelva tuya”.

Proceso que no se ha podido dar como ella quisiera: la escultura iba a ser inaugurada en marzo del 2020 y debió suspenderse por la crisis de la COVID-19.

Arte para la comunidad y en medio de la crisis

Para Soto, lo más importante como artista es que haya un diálogo y comunicación entre la obra pública y su comunidad. “Y fue muy triste que empezara la pandemia cuando la obra se iba a inaugurar, porque no ha ocurrido esa comunicación”, agrega.

Como adelantábamos, Luzterra fue construida en pleno estallido social y ahora es testigo de la pandemia. Para algunas personas, su construcción incluso no tenía sentido, pero ella tiene claro que el arte no puede seguir siendo un patrimonio exclusivo de la clase alta: “La gente me puede decir ‘te gastaste un montón de plata en eso, en vez de entregar comida’. Pero, por un lado, como profesional también tengo derecho a investigar y desarrollar, de la misma forma que un médico o una bioquímica. Y, por otro lado, el arte para todos no es un eslogan. Es una decisión artística, política y profesional que tomé y que me ha traído muchos costos, con el fin de hacer arte para la ciudadanía. Una escultura pública también nos plantea reflexiones, pone temas, igual que una película, aunque no sea tan evidente. La cultura no puede ser solo de la elite”, afirma con decisión.

Soto estaba en tercero de la universidad, trabajaba en torno a Memoria y debía escoger su especialización, cuando se cuestionó: “¿Quiero hacer figuritas bonitas y venderlas en galería para ganar plata? ¿para llenar la casa de gente con plata con mis monitos? ¿O quiero que el arte sea para la ciudadanía?” Y claramente lo último fue su decisión.

Ser escultora en Chile

Cuando le pregunto a Claudia Soto cómo es la experiencia de ser escultora pública en nuestro país, tiene una palabra muy clara para definirlo: “Frustrante”.

“Para que yo ganara LuzTerra, pasaron 25 años desde que salí de la universidad. Es muchísimo tiempo para una buena oportunidad. Antes participé en varios concursos y había logrado muchos segundos lugares, pero no el primero”, relata. Cree que el hecho de que no haya jurados profesionales influye en este escenario y explica que ser arquitecto/a o autoridad local no significa necesariamente que la persona sepa de arte público.

A esto, le suma la dificultad laboral: “Yo estoy cesante desde que terminé Luzterra. Sigo participando en concursos para este tipo de obras: me gané un segundo lugar en noviembre y otro en abril. Sé que estoy trabajando bien, pero estoy si ni uno. Y debo seguir haciendo sacrificios para hacer este arte para todos. Le he dado mis años académicos, mi vida. Quiero que la gente comprenda que no es una superficialidad”, puntualiza.

Hoy, la artista está probando suerte en otros certámenes. En cuanto a su escultura en la UdeC, ya entregó la placa y ahora espera un acto inaugural, aunque sabe que por el contexto sanitario no hay certezas: “Es una placa inclusiva: va a ir en una base, para que las personas en sillas de ruedas puedan acercarse. Estará escrita también en mapudungún del Biobío y en braille. Ojalá después todas las obras cuenten con placas de ese tipo”, finaliza, añadiendo que tiene esperanza de que sí se inaugure, para que así comience la comunicación entre la obra y la comunidad.

Si te interesa conocer más del proceso de creación y construcción de la obra, te invitamos a ver su documental, realizado por Marcelo Gotelli.