Por Cecilia Ananías para la AAAEMG UdeC

La actual Convención Constitucional paritaria ha significado un pequeño avance en cuanto a equidad de género. Pero como señalaron activistas, aún queda una deuda pendiente con la inclusión de personas trans, que incluso en la redacción de una nueva Constitución no están presentes.

Esto no solo ocurre en la política: las personas trans también enfrentan múltiples dificultades para acceder a salud, educación y trabajo formal. En 2020, una encuesta del Movilh aplicada a 121 mujeres trans de todo el país arrojó que “el 43,2% no está estudiando ni tiene un trabajo remunerado, mientras que el 38,6% ha recibido al menos una vez en su vida dinero a cambio de sexo. Esto, en un contexto, donde el 93% ha sido discriminada en razón de su identidad de género y, en consecuencia, el 39,5% encuentra obstáculos que le han impedido estudiar, cifra que se eleva al 66,7% cuando se trata de buscar trabajo”, detalla el informe

A nivel legislativo, a fines de junio recién se presentó un proyecto de ley que buscaría que las instituciones públicas tengan al menos un 1% de personal trans y travesti. Pero aún no existen iniciativas en el sector privado. ¿Y las universidades? En la Universidad de Concepción existe la Dirección de Equidad de Género y Diversidad (DEGyD) que, entre diversas iniciativas, permite el reconocimiento del nombre social y ofrece acompañamiento en el proceso, además haber constituido –en ese entonces- una Mesa de Trabajo entre esta institución y la Colectiva Trans y No Binaria –que esperan volver a retomar-. Más, aún no se avanza en otras iniciativas que ayuden a “emparejar la cancha”, tales como becas dirigidas a la población trans o cupos en su personal.

Conversamos con Adonai y Alexander, dos estudiantes trans de nuestra universidad, además de hablar con la psicóloga Maruzella Valdivia, subdirectora de la DEGyD, para conocer el escenario en nuestro plantel. Esto nos contaron.

Imagen de contexto: El campus UdeC

Del “closet” a la visibilidad trans

Desde hace 6 años que Adonai estudia en la Udec. De hecho, actualmente cursa dos carreras: el quinto año de Física y el primer año del Magíster en Ciencias mención Física. Prefiere no utilizar sus apellidos, me cuenta que usa el lenguaje ojalá sin marcas de género y me relata que en su adolescencia “ingenuamente” pensaba que elegir una carrera científica le evitaría lidiar con ignorancia y prejuicios… pero no fue así.

Si bien, desde los 17 años que tenía claro que era una persona trans, desde los 21 es “visiblemente trans” y le significó un cambio de trato: “he tenido que vivir situaciones de acoso y hostigamiento dentro y fuera de la universidad. Llegar a concentrarme a clases como si hace 10 minutos antes no me hubieran seguido en la calle no es muy fácil y también he tenido malas experiencias con personas religiosas en la calle y dentro de la universidad solo por verme diferente”, explica.

Otro problema que enfrenta en su día a día, es el tema del baño, ya que “ninguna facultad tiene un baño sin género. Algo que pareciera inofensivo pero que, con el tiempo cansa, son las miradas; se pueden diferenciar miradas de curiosidad de las que son con enojo y es fuerte estar consciente de que profesores o estudiantes me miraban como si no perteneciera ahí, a pesar de todos los años que ya llevo en la facultad; hasta me han seguido a la entrada de laboratorios, como si yo no fuera de ahí”, agrega.

Imagen de contexto: Un baño sin género de España

Pero también sabe que no todo es malo: “he tenido el privilegio de poder unirme a colectivas, comisiones y vocalías de género, donde podemos conversar de nuestras experiencias e intentar cambiar las cosas para que a nadie más le vuelva a pasar”, precisa Adonai.

En medio de estas redes colectivas de resistencia, se conocieron con Alexander, quien también es estudiante de la UdeC y una persona trans no binarie; en su caso, utiliza pronombres masculinos y neutros. Elle estudia en este plantel desde el 2014; primero, Traducción y hoy, un magíster en Lingüística Aplicada. Relata que hizo el pregrado “muy en el closet”, a pesar de que considera que la Facultad de Humanidades cuenta con mucha gente disidente, pero no pidió el cambio de nombre ni que dejaran de tratarle con pronombres femeninos hasta este año.

“Este 2021, hice la solicitud de cambio de nombre en la Dirección de Equidad de Género y Diversidad. Tuve que escribirle al director del magíster y se ha comunicado tanto con docentes como con el personal administrativo para aclararlo y, por esa parte, ha sido súper bueno. Pero igual, al estar en un grupo reducido en el magíster, a veces hay cosas que incomodan. Por ejemplo, tengo que argumentar todo en base a mi experiencia personal; hay barreras administrativas que me causan ansiedad, porque no sabes quién va a respetar tu identidad de género y pronombres y quién no; y también, siento que también genera cierta distancia con les docentes, que no saben cómo referirse a ti. Quizá no sea visible para mis compañeres, pero yo sí lo noto: los balbuceos, la incomodidad. Aunque se esfuerzan”.

Imagen de contexto

Les dos estudiantes reconocen que la creación de la DEGyD en 2017 y el reconocimiento del nombre social es un avance en la UdeC, pero que aún quedan temas pendientes. Adonai precisa que el trámite de cambio de nombre aún es lento, especialmente en postgrado y a eso suma que falta resolver “los baños sin género, que deberían estar presentes en todas las facultades. Además, creo que debiera haber más capacitaciones para docentes, personal administrativo y estudiantes sobre el trato digno a personas trans, especialmente a quienes son del área de la salud”.

En el caso de Alexander, no supo que era posible el cambio de nombre social hasta que lo conversó con otres estudiantes disidentes y, además, tuvo algunos problemas modificando su antiguo correo UdeC, que se resolvieron tras un par de meses insistiendo. “Tenía mi nombre muerto completo y lo podían ver docentes y compañeres”, explica.

Nombre muerto o dead name se refiere al antiguo nombre, generalmente de una persona del colectivo LGBTIQ+ y utilizarlo implica no reconocer su identidad y es también una forma de violencia.

Reconocimiento del nombre social en la UdeC: Un proceso personal

Maruzella Valdivia es de profesión psicóloga y, desde este año, es también la subdirectora de la DEGyD. Si bien trabaja en diversas áreas, el proceso de cambio de nombre es una de sus prioridades. Este procedimiento se encuentra disponible desde el 2019, gracias al trabajo conjunto con la Colectiva Trans y No Binaria de la UdeC, y se estableció pensando en quienes, por distintas razones, no han realizado el cambio legal del nombre registral (el que aparece en la partida de nacimiento) y permite que este nombre se incluya en las listas, correos electrónicos y registros internos de la Universidad de Concepción.

En una entrevista por videoconferencia, me explica que es un proceso fácil, que solo requiere descargar y enviar un formulario al correo de esta Dirección (direcciongenero@udec.cl). Me hace hincapié en que es un proceso completamente personal y que está centralizado en la DEGyD: “No tienen por qué ir con el jefe o jefa de carrera, el decano o decana. El proceso no debería tardar más de 5 días y es completamente consultado: preguntamos si quieren cambiar su correo o no y no lo informamos a nadie que no lo soliciten (incluidos jefe o jefa de carrera), porque no queremos tomar decisiones tan personales por elles. Además, no se solicita el género de la persona; solo el nombre registral y nombre social”, explica.

 

La también doctora en Ciencias de la Salud, agrega que “habitualmente, el mismo día que se recepciona la solicitud, se le informa a la persona solicitante la confirmación de inicio del proceso. Es importante aclarar que en ningún momento se solicita justificación ni mayor explicación en torno a las razones para el cambio de nombre y que ninguna persona de la comunidad universitaria debiese cuestionar este proceso personal. Al mismo tiempo, toda información es manejada con máxima confidencialidad”.

Imagen de contexto: El campus UdeC

Si bien, no me puede entregar cifras de la cantidad de solicitudes recibidas –para cuidar la privacidad de quienes pasan por este proceso-, sí me confirma que el 100% de las solicitudes han sido atendidas. También, me transparenta que hace poco el proceso de cambio de nombre en postgrado está más fluido y que hay ciertos trámites en que no puede realizarse, como es el caso de documentación relacionada a becas, “porque son registros externos, donde el nombre social no está reconocido del todo. Entonces, si cambiamos el nombre en estos documentos, no recibirían las becas”, detalla.

La especialista en salud mental cuenta que también en el sitio web pueden encontrar más información sobre la Ley de Identidad de Género y que la Dirección puede proveer acompañamiento en el proceso y apoyo psicológico y psiquiátrico, dependiendo las necesidades de cada estudiante. Hoy, quieren fortalecer su trabajo, especialmente en capacitaciones y jornadas de sensibilización “para ir erradicando prejuicios”, puntualiza.

Reparar la marginalización

Si bien, no existen cifras exactas de cuántas personas trans estudian y trabajan en la UdeC -en gran medida, para mantener la confidencialidad -, el panorama nacional indica que siguen existiendo importantes brechas de acceso al trabajo y educación que deben ser abordadas con otras medidas, como la implementación de cupos, becas, ingresos especiales e incluso, con mejor trato desde profesionales, como analiza Adonai:

“Si se implementan cupos o ingreso especial trans en las universidades, creo que ayudaría principalmente a las personas más jóvenes; no es algo malo, pero sería un cambio más a largo plazo y no sería una medida reparatoria real para personas trans que no tengan en sus planes a futuro estudiar una carrera”, opina le estudiante, quien ya obtuvo la licenciatura en Física.

Imagen de contexto: Activista en Argentina, país que recientemente implementó el cupo trans laboral

“Creo que todas las universidades y toda la sociedad ha sido culpable de la marginalización y la falta de oportunidades; pretender que no existe y seguir avanzando como si nada, no es una medida real; conozco a personas trans que tienen un resentimiento enorme contra las universidades por vernos y usarnos solo como un objeto de estudio. Una medida más a corto plazo que se me ocurre es formar profesionales que estén capacitados para atender y trabajar con personas trans, porque malas experiencias nos sobran”, puntualiza.

Algo similar siente Alexander: “La academia es un espacio cerrado y súper machista, incluso en áreas ‘feminizadas’. Creo que hay que partir por educar a les profes, a les alumnes. Si bien hay charlas de género, son bien externas o gestiones pequeñas. La UdeC debería tener un rol mucho más activo, para que las personas trans se sientan seguras en su campus y para que así puedan acceder a realidades laborales y económicas más estables. Hay que ser realmente inclusivos y no quedarnos solo con el cambio de nombre”. Eso sí, también siente que sería importante para las nuevas generaciones los cupos o ingresos especiales trans, “especialmente en los bachilleratos, que tiene cupos limitados por carrera”.

Respecto a esto, la subdirectora de la DEGyD, afirma que “no hemos evaluado opciones como becas, pero siempre estamos abiertas a seguir discutiendo opciones para incluir diversidades en nuestras aulas. Estamos tratando de tener un diálogo permanente con estos grupos”, concluye.