Por Abelardo Castro Hidalgo, Doctor en Educación, docente UdeC y asociado
Viví 17 años de exilio en Suecia (casi 10 años de prohibición de ingreso a Chile). Como todo exiliado, con el sueño puesto en retornar para seguir aportando. Mi primer asombro fue la ausencia de pobreza, la seguridad en sí mismo de sus habitantes y, el orgullo por el país que habían construido. A mis estudios de sueco, siguió los de la Universidad, pregrado, magister, doctorado. Todo gratis. Había subsidio (beca) para alimentarse, vestir, vivienda y libros. Préstamos de estudios casi sin intereses. Había solo que estudiar. Una formación fundada en responsabilidad, autonomía y reflexión del estudiante. La excelencia docente unía el compromiso absoluto con la formación del estudiante, la investigación (en sentido muy amplio), las necesidades país. Con gran respeto por la dignidad del otro, comprometidos con su función social.
Una información en un folleto en “sueco fácil” para inmigrantes marcó mi elección profesional. Investigación reciente (1977), exponía evidencias que en los años 1680 los niños suecos habían sido alfabetizados por decisión del parlamento de ese entonces. El libro usado era “El Pequeño Catecismo” de Martín Lutero. Llevaba seis meses en Suecia y decidí que estudiaría Educación como disciplina científica para comprender su impacto en el desarrollo de ese país. Me doctoré en el área “Cooperación Universidades e Industrias de alta tecnología e Instituciones de bienestar social a través de la investigación científica y Educación Superior”. Me impactó el nivel de profundidad de esa colaboración. Ya la colaboración en sí, como forma de vida era notable ¿Por qué?
La explicación profunda se refleja en su constitución política (adjunta abajo). Está en la comprensión de valor de lo humano (människovärdet) como algo único, irrenunciable. Por la misma razón, el poder radica en el pueblo. La función del Estado es el bienestar de su población; su desarrollo humano es el hilo conductor de todo el texto. Los recursos del Estado están para ese objetivo, no otros. Transparencia absoluta. Sin ello, imposible el Estado de Bienestar. Si todos dan lo mejor de sí, habrá para todos y, para uno mismo si llega a necesitarlo. Si existe la evidencia que todos dan lo mejor de sí, compartir y colaborar (samarbeta) es una obligación ética. El sustento para la materialización de la dignidad del hombre. La Educación seguía y sigue ese hilo conductor.
Finlandia sigue los pasos de Suecia. Rotunda en su Constitución que establece como meta de Estado promover los DDHH. Desde 1974, la Constitución Sueca ha modificado algunas cosas. Al artículo de libertad de expresión de opiniones y difundir ideas ha sumado la libertad de expresar sentimientos, regulación de plebiscitos y el ingreso a la comunidad europea.
Nuestro país, avanza hacia una nueva Constitución. Cada uno aportará lo mejor de sí para alcanzar rumbos que nos hagan dignos de nosotros mismos. ¿Podemos ayudar a ello como universitarios y universitarias? Creo que sí. De manera particular y organizaciones sociales. Creo, además, que también podemos ayudar cambiando nuestra carta magna universitaria. Sus estatutos son del tiempo de la Dictadura. Nuestra forma de gobierno sin equilibrio de poderes y oposición de funciones nos ha llevado, entre otros, a una deuda enorme, que no presenta ninguna otra institución en Chile, pública o privada.
El cambio de Estatutos ha sido promesa en cada elección de rector, desde 1998. En claustro durante rectoría de Don Augusto Parra, quedó como promesa uno de tipo resolutivo. En un proceso cristalino, desde la base. ¿Podríamos ayudar a el debate constitucional declarando que nuestro sentido de universidad es la felicidad de las personas, contribuyendo a consolidar las bases que garanticen su dignidad a partir de nuestra docencia, investigación asociados a nuestras necesidades de docencia y desarrollo país?
Hace algunos años, el Sindicato Nº1 dio un paso con propuesta (la adjunto también). ¿Podemos los académicos y académicas, con la independencia que nos caracteriza, dar el otro? ¿Podemos tener un proceso tan genuinamente democrático como Islandia trabajó su constitución?
Sintámonos todas y todos invitados a promoverlo, a decir lo que pensamos. Así una nueva elección de Rector, con nuevos estatutos y, de paso ayudar a nuestro país.